¿Qué le pasa a tu tiroides?

La glándula tiroidea o tiroides es una glándula endocrina situada en la parte frontal del cuello. Esta glándula endocrina produce dos hormonas, que se denominan triyodotironina (T3) y tetrayodotironina (T4), también llamada tiroxina
Estructura de las dos hormonas producidas por la tiroides

De estas dos hormonas, la que tiene más actividad es la T3, y en los tejidos la T4 puede convertirse en T3 mediante la eliminación de un átomo de yodo. Esta hormona se encarga de regular el metabolismo, aumentando la tasa metabólica, es decir, el consumo de calorías, de modo que afecta a la pérdida o ganancia de peso. También influye en la temperatura corporal, promoviendo la generación de calor al estimular la expresión de una proteína denominada termogenina. También aumenta la frecuencia cardiaca y la tensión arterial. Además, controla la contracción muscular, la velocidad a la que se da la renovación celular y la velocidad a la que los alimentos se mueven por el tracto digestivo.

La regulación de la secreción de estas dos hormonas está a cargo del eje hipotálamo-hipófisis-tiroideos. Cuando los niveles de T3 y T4 son bajos en sangre, el hipotálamo libera la hormona liberadora de tirotropina, la TRH. Esta hormona llega a la hipófisis y provoca la liberación de la hormona estimulante de la tiroides (TSH), también llamada tirotropina. Esta hormona viaja por la sangre hasta la tiroides, donde estimula la liberación de la T3 y la T4. Cuando la concentración de estas dos hormonas es suficiente, estas dos hormonas ejercen una inhibición por feedback a nivel del hipotálamo y de la hipófisis para detener la liberación de las correspondientes hormonas.

Con el siguiente caso clínico vamos a ver un ejemplo de lo que puede ocurrir cuando algo falla en este eje.

Una mujer de 35 años llega al ambulatorio con muestras de cansancio, palpitaciones, diarrea, dificultad para conciliar el sueño. Últimamente ha perdido 4 kg sin hacer ningún tipo de dieta y sin mostrar falta de apetito. El examen físico revela una rápida pérdida de peso, piel caliente y temblor en las manos. Presenta taquicardia (110 pulsaciones por minuto) y al tocar la tiroides se aprecia hinchazón de la zona. Sospechando que algo no va bien en la tiroides, solicitamos un análisis de función tiroidea y obtenemos los siguientes resultados:

Vemos que los niveles de hormonas tiroideas son casi dos veces superiores a los valores normales, mientras que los niveles de TSH son muy inferiores a los que esperaríamos en una persona sin ninguna patología.

Los elevados niveles de hormonas tiroideas nos revelan que la paciente sufre hipertiroidismo, lo que casa con los síntomas que refiere la paciente. Un elevado nivel de hormonas tiroideas puede provocar un aumento del ritmo cardiaco, causando taquicardia y las palpitaciones que describe la paciente. Además, los elevados niveles de estas hormonas hacen que el cuerpo queme más calorías, provocando la pérdida de peso. También provoca una mayor generación de calor, como también presenta la paciente. Esta hiperproducción de hormonas tiroideas puede provocar también la inflamación de la glándula, provocando el bocio que presenta la paciente.

Síntomas típicos del hipertiroidismo

El hipertiroidismo puede ser primario, cuando se da una hiperfunción de la tiroides, de modo que se producen más hormonas tiroideas de las necesarias en ausencia de estimulación por el eje hipotálamo-hipofisario. El hipertiroidismo también puede ser central, cuando la alteración se da o bien en la hipófisis (hipotiroidismo secundario) o en el hipotálamo (hipertiroidismo terciario). En el primer caso, veremos que la concentración de TSH se ve aumentada sin aumento de la concentración de TRH, mientras que en el segundo caso veremos que hay un aumento de la concentración de TRH, que hace que las concentraciones de TSH y de hormonas tiroideas también aumenten. En el caso de nuestra paciente, los niveles de TSH bajos nos indican que el problema no se encuentra en la hipófisis ni en el hipotálamo, sino que se trata de un hipertiroidismo primario, el problema se encuentra en la tiroides, una hiperfunción de esta glándula. 

Una de las causas más frecuentes del hipertiroidismo primario es la enfermedad de Graves-Basedow, una enfermedad autoinmune causada por la presencia de anticuerpos que reconocen el receptor de la hormona estimuladora de la tiroides, lo que provoca la estimulación de la glándula tiroidea aun en ausencia de TSH. Los bajos niveles de TSH se deben a que el exceso de hormonas T3 y T4 inhiben la síntesis de esta hormona en la hipófisis. 

Concluimos así, que en este caso, la causa es una sobreestimulación de la tiroides por anticuerpos que reconocen los receptores de TSH. Para el tratamiento de esta enfermedad podemos emplear tres tipos de tratamiento.

El tratamiento con fármacos antitiroideos permite regular la síntesis de hormonas tiroideas interfiriendo en un paso de su síntesis en el que el se da la unión de un átomo de yodo al esqueleto carbonado de la hormona, el paso catalizado por la peroxidasa tiroidea, pero además tienen efectos inmunosupresores que son bastante interesantes en el caso de la enfermedad de Graves-Basedow, puesto que consiguen reducir la producción de anticuerpos contra el receptor de TSH, por lo que se reduce la estimulación de la tiroides. En el caso de este tratamiento, es necesario realizar un seguimiento de los niveles de hormonas tiroideas, puesto que es frecuente que el tratamiento derive en un hipotiroidismo, por lo que hay que hacer una regulación muy fina de la cantidad de fármaco que debe tomar el paciente.

Cuando los niveles de T3 y T4 son cuatro veces superiores a los niveles normales, el tratamiento más adecuado en adultos es el tratamiento con yodo radiactivo. Esta es una terapia definitiva que provoca la destrucción parcial de la glándula tiroidea, de modo que se reduce la producción de hormonas tiroideas al disminuir el número de células que son capaces de producirlas. En el caso de esta paciente, como los niveles de T3 y T4 no son tan elevados, y los niveles de T3 son inferiores a los de T4, se optaría primero por una terapia con fármacos antitiroideos, y en el caso de que no se viera una mejoría, se optaría por este tratamiento.

En casos muy extremos, cuando la hinchazón de la glándula es muy grande, puede recurrirse a la extirpación quirúrgica de la glándula completa, pero teniendo en cuenta que el paciente tendrá que seguir un tratamiento de sustitución durante toda su vida para poder proporcionar la cantidad de hormona tiroidea necesaria para el correcto funcionamiento del organismo.

Bibliografía

  • Reid, J. R., y Wheeler, S. F. 2005. Hyperthyroidism: diagnosis and treatment. American family physician, 72(4), 623-630.
  • Cooper, D.S., 2005. Antithyroid Drugs. New England Journal of Medicine 352, 905–917.





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