El superhéroe de tu cuerpo

Si te pregunto por el órgano más importante de tu cuerpo, seguramente me dirías el cerebro, el corazón o los pulmones, pero pocas personas pensarían en el hígado, uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo. El hígado es el superhéroe de nuestro cuerpo: se encarga de proporcionar energía a otros tejidos del cuerpo, eliminar los compuestos tóxicos que otros generan, sintetizar un montón de compuestos necesarios para la supervivencia de las células y del organismo, y además de todo esto, ¡es capaz de regenerarse!

El hígado es el órgano interno más grande de nuestro cuerpo, se localiza en la región superior derecha del abdomen, por debajo del diafragma, en las regiones abdominales que en medicina se conocen como hipocondrio derecho y epigastrio, y cumple muy diversas funciones, que podemos englobar dentro de dos: metabólica y depuradora.

Función depuradora

El hígado se encarga de tomar de la sangre compuestos tóxicos derivados del metabolismo de otras células del cuerpo y los transforma en compuestos menos tóxicos que puedan ser eliminados por otras vías, por ejemplo el amonio. Cuando alguna célula no tiene glucosa suficiente para obtener energía, en muchos casos degrada aminoácidos. En este proceso, se generan compuestos tóxicos como el ion amonio, que la célula va a liberar a la sangre.  El hígado se encarga de arreglar el problema generado por estas células, tomando el amonio de la sangre y transformándolo en un compuesto menos tóxico que podemos eliminar por la orina: la urea. Algunas células son más consideradas, y envían este amonio al hígado en una forma menos tóxica, en forma del aminoácido alanina. En este caso, el hígado tomará la alanina y la romperá en amonio y piruvato. El amonio, de nuevo lo transforma en urea, y devuelve el piruvato a la sangre, como si quisiera agradecérselo a estas células que son más consideradas.

En otros casos, el hígado hace cosas más increíbles con los compuestos tóxicos: transformarlos en algo útil para el organismo. Este es el caso del lactato, producido por las fibras musculares en la contracción. Cuando sometemos a nuestros músculos a un ejercicio anaeróbico, el músculo no puede degradar completamente la glucosa, sino que la degrada únicamente hasta ácido láctico. Los músculos no pueden degradar este ácido láctico, que además es tóxico, así que de nuevo, le toca al hígado intervenir. Toma el ácido láctico de la sangre y por medio de una vía metabólica denominada gluconeogénesis, transforma este ácido láctico que es tóxico en glucosa, la fuente de energía preferida de la mayoría de las células. Este intercambio de lactato y glucosa entre el hígado y el músculo se denomina ciclo de Cori.

Además, el hígado se encarga de metabolizar los fármacos para que podamos excretarlos más fácilmente y no sean tóxicos para nuestro organismo. Esto lo hacen mediante una serie de reacciones que buscan reducir la toxicidad del compuesto y hacerlo más soluble para que puedan ser eliminados por medio de la orina o las heces. En algunos casos, el hígado también se encarga de convertir determinados fármacos en su forma activa, para que puedan tener el efecto deseado, es necesario que el hígado actúe sobre ellos. Los hepatocitos también se encargan de degradar el alcohol que ingerimos. Al llegar al hígado, el alcohol se transforma en acetaldehído, el responsable de las resacas, por medio del enzima alcohol deshidrogenasa, y este acetaldehído se convierte en acetato por medio de la acetaldehído deshidrogenasa. Este acetato ya no es tóxico, y además puede emplearse como fuente de energía si se oxida totalmente hasta dióxido de carbono y agua, o bien puede almacenarse como fuente de energía en forma de ácidos grasos.

Pero no solo se encarga de que no haya moléculas tóxicas circulando por la sangre, sino que también elimina las bacterias que hayan podido pasar a la sangre desde el intestino. Para ello, en el hígado encontramos el mayor sistema fagocítico del cuerpo, formado por las células de Kupffer. Estas células son un tipo de célula inmune que fagocita ("se come") a todas los cuerpos que detecte como extraños, como bacterias o virus que hayan podido atravesar la pared del intestino, que podrían causarnos una infección grave. Además de eliminar a posibles patógenos, elimina a las células sanguíneas, principalmente los glóbulos rojos que están deteriorados y ya no pueden cumplir su función.

Tras fagocitar estos glóbulos rojos deteriorados, las células de Kupffer reciclan la mayoría de los componentes de estas células, pero no son capaces de reciclar el grupo prostético que permite a la hemoglobina llevar a cabo su función: el grupo hemo. Este grupo hemo es transformado en bilirrubina en el bazo. Esta bilirrubina es insoluble en agua, por lo que va a necesitar unirse a la albúmina para ser transportada por la sangre. Una vez en el hígado, los hepatocitos se encargan de solubilizar esta bilirrubina al conjugarla con ácido glucurónico. Así, la bilirrubina puede ser excretada por medio de la bilis al tracto intestinal, donde solubiliza las grasas, ayudando a la digestión. Por medio de la bilis el hígado puede eliminar compuestos que se encuentren en exceso en el cuerpo, como el colesterol, y también algunos compuestos tóxicos como los derivados de algunos medicamentos.

Función metabólica

El hígado es el primer órgano al que llegan los nutrientes procedentes de la dieta. Cuando comemos, todos los nutrientes absorbidos en el intestino se dirigen por la vena porta hacia el hígado, quien intervendrá en el metabolismo de la mayoría de estos nutrientes, para luego distribuirlos de forma adecuada por todo el cuerpo.

Después de las comidas, la concentración de glucosa en sangre aumenta mucho, y el hígado es uno de los tejidos encargados de mantener la glucemia constante, va a encargarse de "racionar" esta glucosa a los demás tejidos para que todos tengan la glucosa necesaria y suficiente durante todo el tiempo que vayamos a estar sin comer. ¿Cómo hace esto? En primer lugar, después de comer, cuando la glucemia en sangre es elevada, el hígado va a retirar una importante cantidad de glucosa de la circulación sanguínea, pero no la va a consumir, sino que la va a almacenar en forma de un polímero que se denomina glucógeno. Cuando baja la glucemia, los hepatocitos van a romper este glucógeno en moléculas de glucosa, y las van a liberar a la sangre, para que otros tejidos como el cerebro, que consumen casi exclusivamente glucosa, puedan emplearla para obtener energía.

Además de "racionar" la glucosa que obtenemos de la dieta, es capaz de sintetizar glucosa a partir de moléculas más pequeñas, como el lactato generado en la contracción muscular o algunos aminoácidos, para poder suministrar glucosa en periodos de ayuno más prolongado.

El hígado es capaz de sintetizar ácidos grasos y triglicéridos a partir de glucosa, para almacenar así más energía. También puede sintetizar a partir de estos un tipo de moléculas que se denomina cuerpos cetónicos. Estas moléculas son importantes, porque es el único tipo de molécula además de la glucosa que el cerebro puede emplear como fuente de energía, por lo que cuando la glucosa se acaba, el hígado sintetiza estos cuerpos cetónicos para poder "alimentar" al cerebro. El hígado también sintetiza lípidos estructurales, como el colesterol y los fosfolípidos, que son componentes esenciales de las membranas celulares, y sintetiza también las lipoproteínas, unos complejos macromoleculares que permiten el transporte de grasas por la sangre, e interviene en su catabolismo.

Este órgano también lleva a cabo un intenso metabolismo proteico. Sintetiza la mayoría de las proteínas de la sangre, entre la que se encuentra la proteína más abundante en la sangre: la albúmina, que interviene en el transporte de muchas moléculas. También sintetiza proteínas transportadoras más específicas, como la transferrina, encargada de transportar hierro, o la ceruloplasmina, que transporta cobre, o proteínas que intervienen en el transporte de determinadas hormonas. El hígado también sintetiza otras proteínas, como los factores de coagulación (fibrinógeno, protrombina, factores de coagulación V, IX, X...), de los que hablamos en la entrada ¿Necesito más pruebas?. También sintetiza otras proteínas muy importantes que están presentes en la sangre, pero que en lugar de intervenir en la coagulación, intervienen en la activación del sistema inmune. Estas proteínas son las proteínas del sistema del complemento, que activan el sistema inmune por medio de una reacción de cascada. Por otro lado, también interviene en la degradación de las hormonas esteroideas y polipeptídicas cuando ya no son necesarias. Además, realiza gran parte del metabolismo de los aminoácidos, sintetizando los aminoácidos no esenciales que no obtenemos por la dieta, por medio de enzimas como las transaminasas.

El hígado almacena las vitaminas liposolubles, es decir, las vitaminas A, D, E y K, pero además interviene en la activación de la vitamina D y participa en el metabolismo de las vitaminas A y B. También almacena otros nutrientes como el hierro y el cobre.

Si quieres conocer la anatomía del hígado, puedes consultar este vídeo de Medicina Ilustrada, y si te interesa más su estructura microscópica, puedes consultar este otro. Si en vez de ver un vídeo prefieres leer, Juan Ignacio Pérez nos comenta las funciones y la anatomía del hígado en esta entrada del Cuaderno de Cultura Científica. 

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