En las entradas anteriores, hablamos sobre el sistema endocrino, pero hubo una glándula muy importante que no mencionamos en ningún momento: el páncreas. El páncreas es un órgano plano y alargado que se localiza casi horizontal justo detrás del estómago. Esta glándula es algo especial, puesto que es al mismo tiempo una glándula endocrina y una glándula exocrina: es una glándula mixta
Como ya hemos visto, las glándulas endocrinas son aquellas que sintetizan compuestos, denominados hormonas, y que los liberan a la sangre. Estas hormonas viajan por la sangre hasta llegar a unas determinadas células, aquellas que tengan un receptor específico para esta hormona concreta, y estas células van a elaborar una respuesta, que dependerá de la hormona y el tipo de célula. En el caso del páncreas, las hormonas que sintetiza son la insulina, el glucagón, la amilina, la somatostatina y el polipéptido pancreático.
En cambio, las glándulas exocrinas no liberan su contenido a la sangre, sino que lo liberan a conductos que comunican con el exterior. Esto es fácil de entender si pensamos en las glándulas sudoríparas, que se encuentran en nuestra piel, y que, cuando tenemos calor, liberan el sudor a un conducto que da al exterior, para que podamos regular nuestra temperatura corporal. En cambio, con las glándulas exocrinas que se encuentran más en el interior de nuestro cuerpo es más difícil de comprender. En el caso del páncreas, tenemos que considerar que libera su secreción exocrina al tubo digestivo, y este comunica con el exterior no por uno, sino por dos orificios, por lo que todas las glándulas que liberen su secreción al tubo digestivo serán glándulas exocrinas. Las secreciones exocrinas del páncreas se denominan jugo pancreático y están formadas principalmente por enzimas digestivas como las lipasas pancreáticas, que rompen las grasas, la amilasa pancreática, que rompen el almidón, y carboxipeptidasas pancreáticas, que rompen las proteínas, pero también grandes cantidades de bicarbonato para neutralizar la acidez producida en el estómago.
Así, vemos que el páncreas funciona como una glándula mixta, tiene tanto funciones endocrinas como exocrinas. Pero el páncreas no es un totum revolutum en el que todas las diferentes funciones se llevan a cabo a lo largo y ancho de todo el órgano y al mismo tiempo, sino que hay unas zonas que se han especializado en realizar la función exocrina y otras zonas que se han especializado en realizar la función endocrina
Las zonas del páncreas que se encargan de las funciones exocrinas son los acinos pancreáticos. Estos acinos pancreáticos son agrupaciones de células encargadas de sintetizar el jugo pancreático, por lo que tienen que comunicar con el conducto pancreático que finalmente lleva el jugo pancreático al duodeno.
Las zonas del páncreas que se encargan de las funciones endocrinas son los islotes de Langerhans. Estas zonas se denominan así por la persona que los descubrió, Paul Langerhans. Estos islotes son agrupaciones de células que están separadas del resto de células del páncreas por medio de una capa de colágeno. Estas agrupaciones están en contacto con capilares sanguíneos, pero no en contacto directo con los conductos pancreáticos. Los islotes de Langerhans constituyen únicamente el 2% de todo el páncreas y son más abundantes en el cuerpo y en la cola. A pesar de que constituyen una pequeñísima porción del órgano, son extremadamente importantes, puesto que es en ellos donde se sintetizan las hormonas pancreáticas. Dentro de estos islotes de Langerhans, cada tipo de célula se encarga de una cosa. Tenemos cuatro tipos de células dentro del islote de Langerhans: las células α, β, δ y PP o también llamadas γ.
Las células β son las células más abundantes de los islotes de Langerhans y sintetizan dos hormonas: la famosa insulina y la amilina. La insulina está implicada en la regulación de la concentración de glucosa en sangre: se encarga de disminuir la concentración de glucosa en sangre tras las comidas. Esto lo hace incentivando que células como los adipocitos, los miocitos y los hepatocitos tomen esta glucosa de la sangre, de modo que la emplearán para obtener energía o para almacenarla en forma de glucógeno o de ácidos grasos. Además, inhibe la liberación de glucosa por el hígado, al impedir que se den rutas metabólicas como la glucogenolisis (degradación del glucógeno a moléculas de glucosa) y gluconeogénesis (síntesis de glucosa a partir de moléculas más pequeñas como el piruvato). También tiene otras funciones como la vasodilatación de las arterias para aumentar el flujo sanguíneo, o la disminución de la excreción de sodio por el riñón.
La amilina es un péptido que las células β secretan al mismo tiempo que la insulina, pero en menor cantidad. Este péptido también interviene en la regulación de la glucemia, pero de forma diferente a la insulina. Lo que hace es ralentizar el vaciado del estómago y promover la sensación de saciedad, de modo que dejamos de comer y la comida tarda más en llegar al intestino, por lo que el aumento de la concentración de glucosa en sangre es más paulatino y no tan brusco. La amilina también inhibe la liberación de glucagón tras las comidas, promoviendo que la concentración de glucosa se mantenga baja en la sangre e incrementando así el gasto energético.
Tanto la amilina como la insulina se liberan a la sangre cuando la concentración de glucosa en sangre es elevada. Para poder detectar esto, las células β tienen unas proteínas en la membrana que transportan glucosa, que se denomina GLUT2. Este transportador de glucosa se diferencia del resto en que la glucosa solo puede unirse a él para ser transportada cuando la glucemia es alta. Así, cuando entra glucosa en la célula comienza una cascada de señalización que termina con la liberación de la insulina y un poco después, la liberación de la amilina.
Las células α son las encargadas de sintetizar y secretar glucagón. Podríamos considerar que el glucagón es la hormona opuesta a la insulina. Ambas se encargan de regular la concentración de glucosa en la sangre. Como ya hemos visto, la insulina se encarga de disminuir la concentración de glucosa en sangre, y el glucagón se encarga de aumentarla. Para aumentar esta concentración de glucosa en sangre, hace que el hígado libere a la sangre sus reservas de glucosa, incentivando que se den las rutas que inhibía la insulina: la glucogenolisis y la gluconeogénesis. También aumenta la liberación de ácidos grasos y cuerpos cetónicos en el hígado. Por otro lado, también está implicado en la disminución de la sensación de hambre y disminuye la ingesta de comida. Como esta hormona tiene los efectos contrarios a los que produce la insulina, tendrá que ser liberada a la sangre cuando los niveles de glucosa en sangre sean bajos, al contrario que la insulina.
Las células δ secretan somatostatina. Esta hormona, no solo es producida por estas células, sino que también se secretan en el hipotálamo. La función principal de esta hormona liberada por el páncreas es una acción paracrina sobre sus células vecinas de los islotes de Langerhans, inhibiendo la liberación de glucagón e insulina.
Las células γ son las menos abundantes, y sintetizan y secretan una hormona que se denomina polipéptido pancreático. Este polipéptido tiene como función la regulación de la digestión, estimulando las secreciones gráficas e inhibiendo la liberación de jugo pancreático por los acinos pancreáticos. La liberación del polipéptido pancreático se da en respuesta a la ingesta de comida, pero no está mediada por variaciones de la concentración de glucosa o lípidos, sino que se da por estimulación por el nervio vago.
Un correcto funcionamiento de todo este sistema de hormonas es esencial para mantener constante la concentración de glucosa en la sangre. La alteración del correcto funcionamiento en la producción y liberación de las hormonas y la respuesta que producen en las diferentes células provocan enfermedades en las que la manifestación más clásica es la alteración de los niveles de glucosa. Veremos estas alteraciones con dos nuevos casos clínicos en las próximas entradas.
Bibliografía
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